viernes, 1 de noviembre de 2013

Ejecutado mantenimiento anual a la subestación Conejeros de Nueva



























































































Este mantenimiento se realizó para evitar fallas del sistema, aumentando así la confiabilidad del servicio que beneficia a sectores ubicados en los municipios García y Mariño





31-10-2013










En Cojedes








Trabajadores y trabajadoras que conforman el Frente de Trabajadores Socialistas de CORPOELEC en Cojedes, de manera democrática y participativa activaron la organización de estrategias a fin de dar apoyo al proceso revolucionario





31-10-2013
































Al 31 de Octubre de 2013:





























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Los 164 camiones de agua anuales por cada español, Por: Clemente Álvarez





Según un estudio publicado de forma reciente en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), España es uno de los países con mayor huella hídrica del mundo: 2.461 m3 de agua al año por persona. Esta cantidad es realmente llamativa. Para hacernos una idea, un camión cisterna de tamaño medio puede cargar cerca de 15 m3, así pues la huella hídrica anual de cada español equivaldría a unos 164 camiones cisterna. Pero, cuidado, hay que saber interpretar este dato: la mayor parte corresponde a uso de agua de lluvia, mucha de ella, caída en otros países. La novedad de este trabajo de Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen, de la Universidad de Twente (Holanda), es que muestra la huella hídrica de la humanidad a una escala mucho más detallada de lo que se había hecho hasta ahora. Tras analizar el uso del agua en cada país, los investigadores calculan que la huella hídrica media del mundo en el periodo 1996-2005 fue de 1.385 m3 al año por persona. Este concepto creado hace unos años por el propio Hoekstra incluye tanto el agua consumida directamente, como la empleada de forma indirecta en lo que comemos o los productos industriales que compramos. La huella estimada para España resulta algo más alta que otros cálculos anteriores, pero se acerca bastante a la de estudios españoles como los de Maite Aldaya y Alberto Garrido (que se supone que han dispuesto de información todavía más precisa sobre el terreno). En cualquier caso, en los cálculos de los holandeses se verifica que la huella hídrica per cápita de España es una de las más altas del mundo, quedando tan solo por delante Níger, Bolivia, EEUU y Portugal. ¿Hasta qué punto es malo tener una huella hídrica alta? Si en lugar de consumir agua, hablásemos de gastar dinero, diríamos que depende de cuánto tenga cada uno en el banco. Además, al igual que pasa con los billetes, el utilizar agua (para regar, por ejemplo) no significa que desaparezca. Como ocurre cíclicamente en nuestra cuenta corriente, a través de la lluvia y la nieve, se espera que cada cierto tiempo vuelvan las reservas. El problema viene cuando se gasta más cantidad de la que se dispone o cuando se quita de otros usos básicos, como el mantenimiento de los ecosistemas. “Es importante controlar cuál es nuestro presupuesto de agua en cada momento a escala de cuenca hidrográfica; esto habría que hacerlo no solo cada año, sino cada mes, o incluso en periodos todavía más cortos”, incide Maite Aldaya, consultora del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que ha trabajado en huella hídrica con Hoekstra. En un país como España parece sensato ahorrar agua en la cuenta corriente para cuando falte. Pero, existen otras particularidades. Como se ha explicado otras veces que se ha hablado de huella hídrica en el blog (con una bebida carbonatada con azúcar o con una pizza margarita), este concepto distingue tres tipos de agua distintos: azul, verde y gris. El color azul corresponde al agua de riego, el verde a la que cae en forma de lluvia y el gris a la que resulta contaminada. Está claro que no es nada bueno tener una huella hídrica alta en agua gris. Y tampoco es lo mismo usar mucha agua verde que azul. El estudio publicado en PNAS no da los datos concretos calculados para cada país, pero toda la documentación del trabajo de los holandeses está en Internet (vol.1 y vol.2). En el caso de la huella hídrica de España, se estima que de los 2.461 m3 anuales por persona, 338 m3 son de agua gris, 321 de azul y 1.802 de verde. Por comparar, a escala mundial, de los 1.385 m3 al año por persona, 216 m3 corresponden al color gris, 153 al azul y 1.015 al verde. Supongamos ahora que sigue mucho tiempo sin llover y empieza a haber escasez de agua: ¿Cómo se puede reducir de forma más eficaz la huella hídrica de los españoles? Según se vuelve a incidir una vez más en este estudio, resulta mínima la proporción de agua utilizada directamente en casa por un español, pues la mayor parte del gasto se produce en lo que comemos, en la agricultura (esta representa el 92% de la huella hídrica en el mundo). Así pues, aunque está muy bien ducharse en lugar de llenar la bañera y cerrar los grifos para no malgastar este recurso, todo esto vale de bien poco si no se incide en los alimentos. “Para los consumidores es difícil, pues no hay un etiquetado que oriente sobre la huella de cada producto”, comenta Aldaya. Como recuerda el estudio de Hoekstra y Mekonnen, la huella hídrica de cada país va a depender mucho de los hábitos alimenticios. En el caso de España, los productos para los que se utiliza más agua son: el cerdo, la leche, el bovino, el aceite de oliva, otras carnes, el trigo, el café, el vino, el azúcar, la soja… Esto es así por la cantidad de toneladas consumidas, pero también por la especial huella hídrica de estos alimentos; sobre todo de las carnes, por el agua necesaria para cultivar los piensos que se les da de comer a los animales. Según estimaciones de un trabajo anterior de Hoekstra de 2004, Water Footprints of Nations, producir un kilo de patatas en España tendría una huella hídrica de 53 litros de agua, un kilo de naranjas 362 litros, un kilo de lentejas 10.589 litros, un litro de aceite de oliva virgen 15.831 litros y un kilo de carne de vacuno 20.157 litros. Por otro lado, para interpretar de forma correcta la huella hídrica también resulta relevante el comercio internacional. En 2008, Barcelona tuvo que recurrir a barcos de agua procedentes de Francia para paliar la grave sequía que padeció entonces. Aunque éste parezca un caso extremo, la realidad es que se está transportando continuamente cargamentos de agua virtual por todo el mundo (la que se ha necesitado para fabricar los alimentos y otros productos de las importaciones y exportaciones). Según el estudio de PNAS, en el periodo 1996-2005, el comercio internacional movió 2.320 Gm3 al año de agua virtual, la mayor parte (un 76%) en forma de productos agrícolas. Los mayores exportados de agua virtual fueron EEUU, China, India y Brasil. Y los mayores importadores EEUU, Japón, Alemania y China. En la imagen que ilustra este post se muestran los principales flujos del agua virtual en el mundo, así como el balance en los intercambios comerciales: los países que aparecen en color verde (como EEUU) exportan más de la que importan y, al contrario, los que figuran en rojo (como España) traen más de fuera de la que aportan. Hoekstra y Mekonnen estiman que el 21% de la huella hídrica de los países del mundo se produce fuera de sus fronteras, en lugares desde los que se importara luego algún producto. En el caso de España, calculan que este porcentaje sube al 42,9%. Aunque los países más dependientes del agua exterior son Malta (un 92%), Kuwait (90%), Jordania (86%), Israel (82%)... Sorprende el porcentaje del Reino Unido, con un 75,2%, aunque no es por falta de agua, sino por su alta dependencia de la agricultura exterior. Los investigadores holandeses llaman la atención sobre la importancia de que los países con gran dependencia exterior asuman esta situación y adopten las políticas necesarias en el ámbito internacional para asegurarse un suministro de agua seguro y sostenible. ¿Es injusto que algunos países asuman parte de la huella hídrica de otros? En el balance de agua virtual de las exportaciones e importaciones, España pierde agua azul (de riego) que se va a otros países, pero gana mucha más verde (de lluvia). Así pues, el agua virtual que entra por medio de los productos agrícolas procede fundamentalmente de lluvia de otros países más húmedos, como Brasil o Argentina. Según subraya Aldaya, para mejorar la huella hídrica de un país se debe invertir en sistemas de riego más eficientes, favorecer los cultivos que consumen menos agua de riego, reducir la contaminación en la agricultura… El estudio destaca el ejemplo concreto de Bolivia y Níger: en el país andino, la huella hídrica de cada tonelada de carne es cinco veces la de la media global, mientras que en africano la huella hídrica de los cereales es seis veces la de la media. No obstante, como incide la española, otra de las posibilidad puede ser justamente recurrir al comercio, a una especie de trasvases de agua virtual; es decir, traer de otros países más húmedos los productos que consumen más agua. “Puede ser una forma de redistribuir este recurso”, comenta la consultora, que no obvia que el comercio internacional supone otro tipo de impactos. La cuestión puede ser controvertida. No obstante, como se ha comentado en algún post anterior, resulta interesante de analizar. Alberto Garrido, profesor de Economía agraria de la Universidad Politécnica de Madrid y subdirector del Observatorio del Agua de la Fundación Botín, entidad que trabaja en el comercio de agua virtual desde 2009, considera que, en caso de escasez de agua en España, no solo hay que tener en cuenta la huella hídrica para favorecer los cultivos más eficientes, sino introducir además la variable económica. El planteamiento sería aprovechar las disponibilidad de agua de España para regar aquello que aporta más valor económico con menos agua y traer de fuera lo que gasta más con menores rendimientos. “Esto significaría fundamentalmente aumentar las importaciones de cereales (como trigo, maíz…), que se utilizan sobre todo para el pienso de los animales”, comenta. “Cada tonelada de maíz que llega a un puerto español es mucha agua". http://blogs.elpais.com/eco-lab







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¿Cuántos peces hacen falta para producir un pez?

¿Qué comen los peces de acuicultura que nos comemos? http://blogs.elpais.com/eco-lab




Un nuevo reglamento europeo autoriza a que a partir del 1 de junio de este año se vuelvan a utilizar en la UE proteínas de animales terrestres no rumiantes (es decir, restos de pollos o cerdos, pero no de vacas, cabras u ovejas) en los piensos para peces de cultivo. Esta medida, que está generando controversia en Europa (ha sido cuestionada por la ministra de Ecología de Francia Delphine Batho), busca ayudar a la creciente industria de la acuicultura, que no lo tiene fácil para alimentar a sus peces de granja. Un indicador que ilustra muy bien el problema es el precio de la harina de pescado con el que se alimenta a los peces de cultivo, que este verano llegó a estar en 2.000 dólares la tonelada. Esta harina es el principal ingrediente de los piensos que se da a la mayor parte del pescado de acuicultura que se compra en las pescaderías españolas (como el salmón, la lubina, la dorada, la trucha…). Como explica Rocío Robles, directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (una fundación en la que participan diferentes empresas de acuicultura y de piensos), esta harina se fabrica principalmente con peces capturados para consumo no humano, como la anchoveta, pero también puede elaborarse con espinas, cabezas y restos de otras especies. “El precio de la harina puede cambiar casi cada semana porque las pesquerías están en declive y este recurso es limitado”, asegura Robles, que explica que por ello se está intentando diversificar todo lo posible los ingredientes de los piensos, introduciendo algún porcentaje de otro tipo de proteínas marinas, vegetales (soja)… O, a partir de junio, proteínas procedentes de animales terrestres (por ejemplo, con las carcasas de los esqueletos, cuellos y otros restos de la industria avícola). “Esto permite ampliar la disponibilidad de recursos y aliviar la presión de los precios”, detalla Robles, que afirma que el consumidor puede estar “totalmente tranquilo”. Habrá que ver qué piensa el consumidor, pero lo que parece claro es que la alimentación constituye uno de los puntos críticos del pescado de granja. Y para ser la alternativa a la pesca, parece demasiado dependiente de la industria extractiva. ¿Cuántos kilos de pescado se necesitan para producir un kilo de pescado de cultivo? Lo cierto es que existe bastante controversia sobre estos índices de conversión (también conocidos como FIFO, fish in-fish out). En el libro Cuatro peces. El futuro de los últimos alimentos salvajes, el periodista Paul Greenberg asegura que para producir un kilo de salmón (el pez de cultivo más vendido en el mundo) se necesitan 3 kilos de pescado salvaje y para obtener en una granja de engorde un kilo de atún nada menos que 20 kilos de pescado. Sin embargo, la directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía remite a una página de Internet de la International Fishmeal and Fishoil Organization en la que se defiende que, en el caso del salmón, la relación es de 1,4 kilos de peces para producir un kilo de carne. Los datos son confusos porque no siempre se utilizan las mismas medidas. Esta equivalencia resulta más fácil de medir (y verificar) en kilos de pienso o de harinas de pescado. Según Francisco Javier Sánchez, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, por lo general, “se necesita como mínimo el doble o más de harinas de pescado para producir un pescado de cultivo”. Esto coincide con los datos del último informe de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (Apromar) sobre la Acuicultura Marina en España 2012, que muestra que en 2011 se produjeron en el país 42.675 toneladas de pescado de acuicultura marina y que para ello se utilizaron 89.000 toneladas de pienso. “Lo inteligente sería comer nosotros la anchoveta con la que se hace las harinas de pescado”, incide Sánchez. No es que la producción de pescado de granja sea más ineficiente que la de los animales terrestres utilizados para carne. Como incide el catedrático de la Universidad de Murcia, según datos de la FAO, con 100 kilos de pienso se pueden obtener 65 kilos de salmón, pero con esa misma cantidad de alimento se consigue solo 20 kilos de pollos o 12 kilos de cerdo. “Los peces son más eficientes conversores de alimento en carne”, explica. La dificultad no está en que se trate de peces, sino en que en Europa, y España, las especies de pescado de cultivo con mayor éxito comercial son carnívoras. “Es como si en lugar de criar vacas para carne lo hiciéramos con leones o tigres”, detalla el catedrático. “Para alimentar estos peces se requieren proteínas de gran calidad”. Aunque se está investigando para ampliar todo lo que se pueda la proporción de otros ingredientes en los piensos, parece difícil llegar a solucionar esta dependencia de otros pescados . “A un tigre no le puedes cambiar para que sea herbívoro”, señala Sánchez. También es verdad que la acuicultura es mucho más. A diferencia de los sistemas agropecuarios terrestres, en los que el número de animales y plantas domesticados no es tan grande, en el año 2010 se estaban criando en el mundo 538 especies diferentes de peces, moluscos, crustáceos o algas. El entorno marino y acuático es mucho más diverso (y hay muchas otras especies sin los problemas de los peces carnívoros). Así pues, otra opción sería cambiar los gustos de los europeos para que empezasen a pedir productos diferentes en las pescaderías. Hay peces casi herbívoros de acuicultura como la tilapia (la especie de la imagen superior) o la carpa que son ya muy habituales en los platos de otras partes del mundo. Sin embargo, como explica Sánchez, en este sector tan importante como la biología son los gustos de los consumidores. De eso sabe bastante Rafael Ordás, un ingeniero agrónomo andaluz que desde 2012 cría tilapia en una granja piscícola de Córdoba. “Si está funcionando tan bien en países como EEUU, por qué no aquí”, subraya este emprendedor, que explica que están consiguiendo producir un kilo de tilapia con 1,3 kilos de pienso, en este caso, principalmente de origen vegetal. Por supuesto, el problema no es tan simple. La directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía advierte que el consumo masivo de piensos de origen vegetal (como la soja) podría crear también otros problemas, al competir con otro usos en la alimentación y aumentar los precios. “Tal y como se están disparando los precios, la materia prima es la clave”, reconoce Ordás, que también cree que “todo no es negro o blanco”. En cualquier caso, esta es una de las grandes incógnitas por despejar de la pujante industria de la acuicultura. En Cuatro peces. El futuro de los últimos alimentos salvajes, Greenberg busca un símil bastante llamativo para visualizar la enorme cantidad de pescado que se pesca en el planeta: “las capturas de peces salvajes en todo el mundo ascienden a más de 75.000 millones de kilos, el equivalente en peso a toda la población humana de China, un pescado que, año tras año, se filetea, se saltea, se cuece a fuego lento, se asa o se fríe”. A pesar de las muchas advertencias sobre su excesiva explotación, esto es seis veces más de que lo que se extraía del mar hace 50 años. Es mucho. Pero es que, a la vez, toda la acuicultura produce ya una cantidad equivalente en peso, unos 78.900 millones de kilos en 2010: otra población china. Y sigue creciendo. Los peces carnívoros son voraces, pero los humanos mucho más. Por: Clemente Álvarez | 23 de febrero de 2013







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Radiografía de unos pantalones vaqueros

¿Cuál es el impacto ambiental de unos pantalones vaqueros? La sorpresa cuando se analiza el ciclo de vida completo de esta prenda de vestir, desde el cultivo del algodón a lo que ocurre cuando se convierte en residuo, es que gran parte de sus efectos negativos se producen durante su uso, es decir, durante cada lavado y planchado. Así queda patente en el estudio de los impactos de unos Levi’s 501, aunque este trabajo elaborado por la propia Levi Strauss & Co ofrece sólo unos datos parciales. Resulta mucho más interesante el análisis de ciclo de vida de unos tejanos realizado de forma anterior por la Agencia del Medio Ambiente y el control de la Energía (Ademe) de Francia. Este estudio se centra en unos vaqueros estándar de 666 gramos, con cuatro botones y seis remaches metálicos, producidos en Túnez y vendidos en Francia. Además, considera que los pantalones tienen una duración de cuatro años, que son utilizados de media una vez por semana y que son lavados en máquina a 40 grados de temperatura cada tres utilizaciones. ¿El resultado? En cinco de las 13 categorías analizadas no hay grandes diferencias en los efectos de producir la prenda, utilizarla para vestirse o deshacerse de ella al final de su ciclo de vida: cambio climático, acidificación del aire, contaminación fotoquímica, eutrofización y ecotoxicidad sedimentaria. Asimismo, en cuatro de las categorías se produce un impacto mayor en la etapa de fabricación: reducción de recursos no renovables, consumo de agua, reducción de la capa de ozono y ecotoxicidad acuática. Y en otras cuatro el principal daño ambiental ocurre por el uso de los pantalones: consumo de energía primaria, toxicidad en humanos, ecotoxicidad terrestre y residuos sólidos. El trabajo, realizado por Bio Intelligence Service, con datos de la empresa de vaqueros Ober, sitúa el origen del algodón en plantaciones intensivas de India, y en menor medida de Uzbékistan y Egipto (los principales productores de este material, junto a China, EEUU o Pakistán). La cantidad de algodón cargado en cada uno de estos destinos es determinado en el estudio por la participación de estos tres países en el mercado mundial. Los cargamentos de India y Uzbékistan cubren un largo viaje por carretera, raíles o mar, de 7.500 y 11.000 kilómetros, respectivamente, hasta llegar al puerto de Singapur, y allí son embarcados para recorrer otros 10.000 km hasta Túnez. El trayecto desde Egipto es mucho más corto: 240 km en camión hasta el puerto de Alejandría y otros 1.886 por mar hasta Túnez. Tras confeccionar los pantalones en este país africano, todavía quedará embarcarlos de nuevo hacia Génova, Italia, y de ahí transportarlos en camión los más de 900 km hasta París. El estudio llama la atención sobre las grandes necesidades de agua de los cultivos para producir el algodón, unos 7.000 litros por kilo de fibra, así como sobre la contaminación con pesticidas y herbicidas que se produce en esta etapa inicial. Luego hay que transformar este material en hilo y elaborar el tejido vaquero. Unos pantalones requieren de 1,5 m2 de tela, pero después se realizan distintos tratamientos para dar a esta prenda el aspecto de gastado con el que se quiere que llegue a las tiendas. El trabajo de Ademe analiza todos estos procesos, evalúa el impacto de los cuatro botones y de los remaches metálicos, contabiliza el consumo de energía en los desplazamientos y en cada parte del ciclo (la producción eléctrica en Túnez procede fundamentalmente de gas)… Paradójicamente, al final algunos impactos importantes asociados a ese pantalón van a depender más del programa que se utilice en la lavadora de casa, de la frecuencia con la que se laven o de que se emplee o no una secadora eléctrica. De hecho, a pesar de los miles de kilómetros que puede recorrer el algodón, el estudio calcula que el 70% del gasto de energía asociado a los pantalones se produce por su lavado y planchado. La importancia de la etapa de uso de los vaqueros es todavía mayor en los resultados del análisis de ciclo de vida de los Levi’s 501. Según la evaluación llevado a cabo por Levi Strauss & Co, las emisiones de efecto invernadero asociadas a cada uno de estos pantalones serían de unos 32,3 kilos de CO2, correspondiendo el 58% de ellas a su lavado, secado y planchado. Asimismo, el gasto de agua sería de 3.480 litros por pantalón, utilizándose el 45% en la lavadora de casa. Con todo, más allá de las estimaciones finales, que pueden ser más o menos acertadas o dirigidas, estos estudios resultan interesantes para identificar qué decisiones puede ser más importantes para minimizar el impacto ambiental de unos vaqueros, o de las prendas de vestir en general. De hecho, el trabajo francés analiza distintas opciones sobre las que puede elegir un consumidor tanto en la tienda de pantalones como frente a la lavadora de casa. Por ejemplo, estudia qué ocurre cuando los vaqueros han sido fabricados con algodón procedente de agricultura ecológica (que no utiliza pesticidas ni abonos químicos). El resultado no cambia en lo que se refiere a las necesidades de agua de los cultivos, pero sí, de forma muy apreciable, en lo que concierne a la contaminación de recursos hídricos (que puede disminuir un 90%). No hay muchas variaciones en los impactos cuando se evalúa la diferencia entre botones o remaches de acero inoxidable, cobre o latón, o entre distintos tratamientos de los vaqueros. Sin embargo, sí hay cambios apreciables en la forma en qué se usen esos pantalones. En concreto, el estudio estima que, si en lugar de lavarlos cada tres utilizaciones, se hace cada cinco, los impactos se reducen entre un 3 y un 33%; y si se amplia aún más a cada 10 utilizaciones, la disminución entonces es de entre un 5 y 55%. En la hipótesis de estudio, los pantalones se lavan a 60 grados de temperatura en una lavadora con etiqueta energética C. Como es de esperar, los impactos serán menores si se cambia este electrodoméstico por otro más eficiente de la clase A. Y aún bajarán más, si se utiliza un programa con agua fría. Según el estudio, esta última opción puede disminuir un 23% el gasto de energía en todo el ciclo de vida de los vaqueros. De forma similar, tiene una gran importancia en los resultados finales el tiempo que duren los pantalones o si en lugar de meterlos en una secadora eléctrica se dejan colgados para que se sequen al sol. http://blogs.elpais.com/eco-lab/2010/07/radiografia-de-unos-pantalones-vaqueros.html#more












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Seamana del Agua, organizado por UN Water, Estocolmo, Sueci del 01-05/09/2013

Stakeholder Dialogue Triggering Action on Water through the Post-2015 Agenda Sunday, 1 September 2013 Time: 14:00-17:30 Place: Room B9/10. World Water Week, Stockholm As the timeframe of the Millennium Development Goals (MDGs) draws to a close in 2015, the global community is taking stock of how effectively it can chart pathways towards a sustainable future. To this end, Member States at the United Nations Conference on Sustainable Development (Rio+20) agreed to launch a process to develop a set of Sustainable Development Goals (SDGs). The post-2015 processes are responding to a mandate from the 2010 UN General Assembly to set out the development agenda that will succeed the MDGs. While the MDGs focused primarily on developing economies, SDGs aim to develop a broader sustainability framework with a global outlook, and will focus on priority thematic areas for sustainable development, which will be subject to further negotiation under and intergovernmental working group. The SDG process aims to develop global sustainable development goals to be agreed by the UN General Assembly in the second half of 2014. There are different proposals for a Sustainable Development Goal on water and for targets and indicators covering both access to basic water and sanitation services and water resources management. UN-Water has been providing support to the Open Working Group on the SDGs. The 2013 UN-Water Stakeholder Dialogue aims to provide an opportunity to present, discuss and have feedback from stakeholders implementing actions on the ground, on the UN-Water work for a SDG on water and the proposals for targets and indicators; especially in relation to appropriate roles and responsibilities, to insure that they lead to action on the ground. Moving towards universal access and hygiene practices, improving efficiency and water quality, reducing pollution, increasing wastewater treatment and reuse, dealing with floods, droughts and water scarcity, and improving governance are issues that have been captured in different formulation of targets and indicators. A key question is if these will trigger action in the same way as the Millennium Development Goal target on water has done. Some of the questions that this Stakeholder Dialogue aims to respond are: • Do proposals have the same level of clarity and will they help to provide the same focus for action? • What would be the necessary means and accompanying measures by the international community, the governments and the different stakeholders to lead to effective action? Join UN-Water for this Stakeholder Dialogue. More information at: http://www.un.org/waterforlifedecade/pdf/01_09_2013_UN_Water_Stakeholder_Dialogue_World_Water_Week.pdf







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