sábado, 28 de diciembre de 2013
Secretos del PowerPoint: 10 razones para amar la vista del moderador durante tus presentaciones.
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Pedagogía futbolística para luchar contra el cambio climático
Una acción en principio insignificante que multiplicada por millones de ciudadanos acaba reduciendo la demanda eléctrica de todo el país tanto como lo que suponen más de dos centrales nucleares. ¿Es el resultado del apagado de luces de la Hora del Planeta organizado por WWF para llamar la atención sobre el cambio climático? No. De un partido de fútbol televisado. En la Hora del Planeta del año pasado, el 31 de marzo de 2012, más de 7.000 ciudades de 150 países apagaron las luces de sus principales monumentos y edificios emblemáticos. Un récord de participación para pedir más acción contra un problema del que está alertando la comunidad científica. Sin embargo, en España, ese día, entre las 20:30 y las 21:30, la demanda eléctrica incluso subió. Algo muy distinto ocurrió unos meses después, el 1 de julio, justo al comienzo del partido de la final de la Eurocopa 2012 entre España e Italia. A las 20:45, con todo el país paralizado frente a la televisión, la curva amarilla de la demanda sí que bajó de forma significativa en las pantallas de Red Eléctrica (ver gráfico bajo estas líneas). Al contrario de lo que estaba previsto, primero cayó de forma abrupta cerca de 1.000 megavatios, luego subió de golpe al final del primer tiempo (posiblemente por las cocinas, en las que se hacían cenas a toda prisa) y en la reanudación volvió a descender, manteniéndose muy por debajo de un día normal. A las 22:30, cuando se calcula que había 17,8 millones de personas pegadas a la tele en el país, la demanda real de electricidad (curva amarilla) era de 27.077 megavatios, 2.500 menos que la demanda prevista (curva verde), el equivalente a más de dos centrales nucleares. Esta es una curiosidad (contada en su día por Alberto Pérez en su blog) que no quita mérito a la iniciativa de WWF. “El apagado de luces de la Hora del Planeta es un gesto simbólico de la preocupación por el cambio climático”, asegura Georgios Tragopoulos, técnico de Eficiencia Energética de esta organización ecologista, que siempre ha explicado que esta acción internacional no persigue reducir la curva de la demanda eléctrica de cada país. Se entiende que su fuerza es su alcance planetario: conseguir que se vayan apagando edificios y monumentos en un país tras otro, alrededor de todo el globo.
Por otro lado, el efecto del partido televisado en el sistema eléctrico del país no se limita a la final de fútbol de la Eurocopa, ni a la hinchada española. De forma reciente, The New York Times analizaba un fenómeno similar con la Super Bowl. Llama la atención cómo el encendido de muchas televisiones puede tener un efecto inverso en el consumo de electricidad, al apagar o dejar de encender lo demás. Y pone de manifiesto, por si quedaba alguna duda, que el fútbol tiene hoy en día más incidencia en el comportamiento de la sociedad que la movilización para luchar contra el cambio climático. Parecería absurdo pensar que los partidos televisados pueden ayudar a luchar contra el calentamiento global. Sin embargo, quizá no lo sea tanto intentar aprovechar el enorme poder de arrastre de los ídolos del balón para hacer un poco de pedagogía ambiental. ¿Cómo pueden los ciudadanos reducir realmente el consumo de energía? Para poder comparar distintos gestos cotidianos que implican distintos tipos de energía una de las formas utilizadas es traducir cada acción a emisiones de CO2 (cuyo aumento de su concentración en la atmósfera es además la principal causa del calentamiento terrestre). Por ejemplo, tener una bombilla incandescente de las antiguas una hora encendida supone que las centrales eléctricas del país emitan a la atmósfera de media 19,6 gramos(1) de CO2. Y si cambiamos esa lámpara por otra de bajo consumo, se emitirá cinco veces menos: 3,6 gramos. Merece la pena y por eso desde hace años se recomienda cambiar las bombillas. Sin embargo, esto parece mucho menos relevante si subimos ahora a un coche convencional al jugador Andrés Iniesta y estimamos lo que saldrá por el tubo de escape: en un solo kilómetro habrá emitido 135 gramos(2) de CO2.Tanto como la bombilla fluorescente compacta encendida 37 horas. Esto es la media de emisiones en un kilómetro de los automóviles nuevos que se venden en España, que equivale a lo que emite, por ejemplo, un Renault Mégane. Claro que estas jóvenes estrellas suelen tener unos gustos un tanto especiales con los coches. Si lo que condujese el futbolista del Barcelona fuese su verdadero automóvil, un todoterreno Audi Q7, entonces las emisiones subirían a cerca de 200 gramos por kilómetro. Por cierto, que es la propia marca Audi la que proporciona los coches como parte de sus acuerdos de sponsorización no solo a los jugadores del Barça, sino también del Real Madrid, el Chelsea, el Bayern Munich o el Inter de Milán. ¿Qué podrá más: el esfuerzo planetario de WWF para concienciar contra el cambio climático o la estrategia publicitaria de Audi poniendo a los ídolos del fútbol al volante de sus potentes coches de carburantes tradicionales? Por otro lado, estos son los datos de emisiones de coches aportados por los fabricantes (calculados en determinadas condiciones de conducción) y se refieren a modelos nuevos que tampoco reflejan del todo la realidad del parque automovilístico actual en el país. Si cogemos ahora al futbolista Sergio Ramos y le hacemos viajar de Madrid a Gijón, ida y vuelta, en un coche medio, los técnicos de CeroCo2 calculan(3) que con una conducción convencional habrá lanzado a la atmósfera 181 kilos de CO2. En un solo viaje habrá emitido bastante más que en un año de iluminación de un hogar medio español(4). O de todo un año poniendo lavavajillas y lavadoras. Aunque, de nuevo, este es un simple ejercicio teórico, pues en el mundo real Ramos tendría que ir al volante de su todoterreno Audi Q7. O quizá prefiriese pisar el acelerador de su Porsche, siendo entonces las emisiones todavía muy superiores. Paradójicamente, el debate energético en España se centra por lo general en el sistema eléctrico. Sin embargo, esta es solo una parte del consumo de energía del país (y por tanto de las emisiones). La porción más grande es la que corresponde al petróleo que se compra en el exterior, a lo que echamos en el depósito del coche y de los camiones (se puede ver muy bien en este diagrama de Sankey; aquí se explica cómo leer el gráfico). Por supuesto, también está la calefacción y se puede ahorrar mucha energía mejorando el aislamiento de los edificios. No obstante, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que a partir de 20.000 kilómetros al año conducidos el consumo del coche supera al del hogar, lo que tiene mayor coste en CO2 y en euros. “Los españoles realizan el 80% de sus desplazamientos motorizados en coche, un 13% en autobús y un 7% en tren o metro”, comenta Tragopoulos, que está de acuerdo en que, si bien todos los gestos son importantes, uno de los más efectivos sería sin duda usar más el transporte colectivo, caminar o desplazarse en bicicleta."Si se va en coche hay que intentar que vaya lo más lleno posible". O también se puede optar por un vehículo más pequeño (103 gCO2/km), un híbrido2 (89 gCO2/km), incluso uno eléctrico2 (52 gCO2/km). La herramienta de cálculo utilizada por CeroCO2 estima también que, si en lugar de ir cada futbolista en su coche, todos los jugadores de la Selección de Del Bosque fuesen juntos en tren de Madrid a Gijón, ida y vuelta, entonces las emisiones por cabeza bajarían de forma significativa a 9 kilos de CO2. En cambio, si como ha sucedido en realidad para jugar el viernes contra Finlandia en la ciudad asturiana, el equipo realiza el desplazamiento en avión, entonces las emisiones se disparan a 261 kilos por cabeza. En un solo viaje, de ida y vuelta, cada futbolista habrá lanzado a la atmósfera tantas emisiones como las generadas durante todo un año por el frigorífico de un hogar medio español (uno de los electrodomésticos con mayor consumo por estar siempre encendido). Todo suma, pero hay gestos o decisiones que tienen mucha más trascendencia que otros. Aquí puedes consultar el especial de El País de la Hora del Planeta con más cifras sobre el ahorro energético en las casas y en los desplazamientos de los ciudadanos. La Hora del Planeta es hoy sábado 23 de marzo, de las 20:30 a las 21:30. (1) Las emisiones generadas por esa bombilla cambian en función del país donde se encienda o del momento en el que se haga, pues depende del origen de la electricidad que utilice. Para los cálculos de este post y el gráfico, se ha tenido en cuenta la media de emisiones del sistema eléctrico español en 2012, que, según Red Eléctrica de España (REE), fue de 301 gramos de CO2 por kWh en bornas. Esto es a la salida de la central, por lo que se ha añadido un 9% de corrección para tener en cuenta las pérdidas de electricidad hasta el punto de consumo. (2) Los 135 gramos de CO2 por kilómetro son las emisiones medias generadas por los coches nuevos puestos a la venta en España en el año 2011, según la información aportada por los fabricantes. Esta cifra se refiere a las emisiones generadas dentro de los motores de los vehículos de gasolina o diésel. Para comparar, un coche híbrido como un Toyota Prius emite de media 89 gCO2/km (que será menos en ciudad) y un eléctrico puro como un Nissan Leaf unos 52 gCO2/km (en este caso no en el motor, sino en las centrales en las que se ha producido la electricidad(1)). Desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), consideran que para que sea más exacta esta comparativa, hay que añadir a los motores de gasolina y diésel las emisiones generadas en la producción y transporte del carburante hasta el surtidor de la gasolinera, por lo que contemplan un 15% de emisiones adicionales. (3) CeroCO2 aplica a los datos aportados por el fabricante un aumento del consumo del 15% para que se ajuste mejor a las condiciones de conducción reales. (4) Las estimaciones de las emisiones de los electrodomésticos en los hogares españoles se han realizado a partir de datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), aplicando después el factor de emisiones medias del sistema eléctrico español en 2012(1). Por: Clemente Álvarez | 23 de marzo de 2013 http://blogs.elpais.com/eco-lab/2013/03/pedagogia-futbolistica-para-luchar-contra-el-cambio-climatico.html
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¿Qués es lo mas apropiado? ¿Medio ambiente o ambiente?
Un error de traducción pudo ser la causa del mal uso en español del anglicismo “Environment”, cuya equivalencia más aceptada suele ser Medio o Ambiente, y no necesariamente ambas palabras juntas. Pese a esta equivocación lingüística, su utilización es amplia en toda la región hispano parlante, con algunas excepciones en países como Venezuela, donde poco a poco se ha sustituido el binomio en casi todo el marco jurídico vigente por la única denominación de “ambiente”. La verdad es que medio y ambiente, suelen usarse como sinónimos, pero no lo son, aunque uno incluye al otro, y por lo tanto, la composición es redundante. Por “medio” entendemos el sustrato físico o natural en el cual se desenvuelve la vida, o donde ocurren diversos procesos ecológicos esenciales entre factores bióticos (seres vivos) y los abióticos (elementos sin vida como los minerales). De allí que usualmente el medio se refiere al agua, el aire o el suelo. Por “ambiente” entendemos, en líneas generales, el conjunto de elementos naturales y sociales, relacionados e interdependientes, en un lugar y tiempo determinado, que en forma directa influyen a todos los seres vivos, y que por supuesto, incluye al medio físico, sea éste acuático, aéreo o terrestre. Por lo anterior, antes de volver a decir “Medio Ambiente”, piénselo dos veces e imagínese como suena el decir: Un vehículo azul azulado, o un círculo redondo. Lo correcto, es Ambiente. Por Diego Díaz Martín Presidente de VITALIS @DDiazMartin
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