martes, 28 de enero de 2014

Tapón de corcho, plástico o rosca





¿Puede un simple tapón cambiar todo un ecosistema? El corcho elaborado con la corteza de los alcornoques(Quercus suber) sigue siendo el sistema preferido para tapar botellas de vino, pero cada vez pierde más cuota de mercado en algunas partes del mundo frente a alternativas como el tapón de rosca de aluminio. El cambio va mucho más allá de la propia cultura del vino, pues el sector corchero y ecologistas advierten desde hace algunos años que puede tener graves implicaciones para las cerca de 2,2 millones de hectáreas de alcornocales del planeta, más de la mitad de ellas en Portugal y España. ¿Tapón de corcho, plástico o rosca de aluminio? Aunque en principio parece claro cuál es la mejor opción desde el punto de vista ambiental, resulta realmente complicado hoy en día encontrar comparativas fiables y datos rigurosos del impacto de estos tres tipos de tapones. Así lo corrobora el director del Instituto Catalán del Corcho, Manel Pretel, que espera contar pronto con un análisis del ciclo de vida (ACV) del sector, realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Con todo, este experto ha recopilado los distintos estudios realizados hasta ahora y ha buscado los valores medios de todos ellos. El corcho sale ganando con claridad. Así, por ejemplo, según estas estimaciones, teniendo en cuenta los análisis más favorables y los más desfavorables, el tapón de plástico supondría una media de unas seis veces más emisiones de CO2 que el corcho y el de rosca de aluminio de unas 15 veces más. Son varios los motivos por los que han empezado a aparecer estos otros materiales en las botellas. Uno es el precio y los costes asociados al proceso de encorchado. Otro que en Australia o Nueva Zelanda no hay alcornoques. Es en estos países, junto otros como Chile o Argentina, donde crece con más fuerza la competencia al tapón de corcho. Hace unos años, la amenaza era sobre todo el plástico, pero parece que este material va perdiendo clientes y es ahora la rosca de aluminio la que va aumentando su cuota de mercado. Según la Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho (Asecor), aunque el de la corteza de los alcornoque sigue siendo el tapón más utilizado, ya son sólo un 70% de las botellas de vino las que deben abrirse con la ceremoniosa operación del descorchado. Los detractores del corcho alegan que este material natural puede sufrir a veces alteraciones que modifican el sabor del vino y, a la vez, los más puristas no conciben abrir una botella de calidad de otra forma que no sea con un sacacorchos. Sea como fuera, lo cierto es que estos movimientos en los mercados mundiales están abriendo el camino a la opción con más impacto ambiental. Y, en este caso, las consecuencias pueden ser especialmente graves, pues este pequeño tapón de poco más de cuatro centímetros de corcho está estrechamente vinculado a un ecosistema único y de gran valor restringido al sur de Europa y el norte de África. Portugal es el principal productor mundial de corcho (con 157.000 toneladas en el año 2007), seguido de España (88.400), Italia (17.000), Argelia (15.000) o Marruecos (11.000). Para obtener la corteza del alcornoque no hay que talar el árbol, sino que se retira del tronco por medio de una complicada técnica denominada “descorche” o “saca”. La particularidad de esta especie es que, si se hace con cuidado respetando los plazos adecuados, al cabo de un tiempo esta gruesa capa con la que se fabrican los tapones se regenerará de forma natural y se podrá volver a quitar. Se trata de una forma sostenible de explotar el bosque, pero que depende en gran medida del valor económico del corcho. “La sostenibilidad económica es lo que hace que estos árboles sean conservados y todo esto se basa en el negocio del tapón”, incide Pretel. “Si el negocio falla, puede estar en riesgo todo el ecosistema”. Poco tiene que ver esta forma de extracción de materiales con la de los otros tapones sintéticos o de aluminio. Tanto por su muy distinto impacto en el paisaje, como por el gasto de energía y las consiguientes emisiones de CO2. Es más, según el director del Instituto Catalán del Corcho, la retirada de la corteza de estos árboles constituye un factor que mejora la capacidad de estos bosques para absorber CO2. “Si estos bosques son gestionados y se tienen en cuenta criterios de sostenibilidad se captura entre tres y cinco veces más CO2 que si se dejan sin gestionar”, incide Pretel. “La humanización de estos árboles hace que absorban más”. Hay muy distintos tipos de corcho, con muy distintas calidades. Desde los fabricados de una sola pieza de corteza de alcornoque, a los conglomerados de muchos trozos de corcho. Para la organización ecologista WWF España, que desde hace años defiende el uso de este material, el mejor tapón es el que tiene las siglas FSC, que certifican que procede de un bosque gestionado de forma sostenible. “El corcho ayuda a mantener el interés económico en este ecosistema para que se perpetúe en el tiempo, para evitar incendios forestales y que sean desplazados por otros usos”, asegura Elena Domínguez, de WWF España: “Corcho sí, pero todavía mejor certificado”. Esta organización ecologista lanzó la semana pasada un proyecto para promover la mejor botella de vino desde el punto de vista ambiental: la unión de la viticultura ecológica y del tapón de corcho certificado con el sello FSC. “Es un producto ambientalmente redondo”, destaca la ecologista, que asegura que el que el tapón lleve las siglas FSC hará que el bosque sea menos vulnerable para enfrentarse al cambio climático. Por Clemente Alvarez ( http://ift.tt/1hd5FKw)







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